Kennedy y Nixon protagonizaron a principios de la década de los sesenta, un hito en el marketing político contemporáneo, era la primera vez que dos aspirantes a la presidencia de los Estados Unidos se exponían a un debate abierto teletrasmitido a toda la nación. Los resultados de impacto mediático se convirtieron en los argumentos primigenios para avizorar por entonces el papel definitivo que jugaría la televisión en la orientación del voto ciudadano.
Quienes siguieron el debate pudieron ver a un Nixon descuidado, desprolijo (llevaba una barba de dos días) nervioso y en contrapartida a un joven Kennedy que, aunque no mostraba demasiada competencia técnica, trasmitía una mayor sultura y empatía. Estaba tranquilo e intuitivamente sabía que aquel era sobre todo un juego de resistencia donde ganaba quien pudiera "mostrarse mejor". Su contudencia así radicaba en su imagen prolija y tranquila (sus formas) y no tanto en sus propuestas políticas (el fondo). El dato más significativo de aquella confrontación fue dado por una investigación posterior de Gallup: quienes siguieron el debate a través de la Radio, dieron como ganador a Nixon, mientras que quienes lo siguieron por televisión tenían claro que Kennedy era el mejor candidato para representarlos.
Mucho ha pasado en la televisión desde entonces y hoy los debates previos a unas presidenciales siguen siendo la prueba de fuego para posicionar una propuesta política clara y atrayente, generar confianza y empatía con el candidato o la candidata y lograr finalmente la concreción de la credibilidad materializada en los votos.
Pero nada permanece inmutable, por suerte. Youtube hace su incursión en este género de la mano de la cadena CNN. Alianza estratégica mediante, ambas corporaciones de comunicación, crearon un renovado formato de debate político donde los protagonistas podemos ser todos, o algunos, o los más creativos, o los más audaces. Como sea, la propuesta -con internet como medio/estandarte- da la oportunidad de hacer una pregunta directa a los candidatos y con ello introducir en el complejo debate de ideas políticas, las necesidades más cotidianas, las de la gente, las de la calle. Hay quienes opinan - y con cierta razón- que esta modalidad no es participación ciudadana directa, pues existe una mediación en la selección de las preguntas que se plantean y no son claros los criterios para priorizar unas a otras.
De todas maneras es un buen comienzo y podría llegar a marcar una nueva dirección en la concepción del discurso político público que debe ser cada vez más dialogante y menos dogmático.
La televisión ya no es lo que era y unida a internet se transformará aún más. Y estamos ante una oportunidad única de reconvertir el valor de la Red en un bien público que nos permita participar, hablar, reclamar, hacer y construir ciudadanía...
Quienes siguieron el debate pudieron ver a un Nixon descuidado, desprolijo (llevaba una barba de dos días) nervioso y en contrapartida a un joven Kennedy que, aunque no mostraba demasiada competencia técnica, trasmitía una mayor sultura y empatía. Estaba tranquilo e intuitivamente sabía que aquel era sobre todo un juego de resistencia donde ganaba quien pudiera "mostrarse mejor". Su contudencia así radicaba en su imagen prolija y tranquila (sus formas) y no tanto en sus propuestas políticas (el fondo). El dato más significativo de aquella confrontación fue dado por una investigación posterior de Gallup: quienes siguieron el debate a través de la Radio, dieron como ganador a Nixon, mientras que quienes lo siguieron por televisión tenían claro que Kennedy era el mejor candidato para representarlos.
Mucho ha pasado en la televisión desde entonces y hoy los debates previos a unas presidenciales siguen siendo la prueba de fuego para posicionar una propuesta política clara y atrayente, generar confianza y empatía con el candidato o la candidata y lograr finalmente la concreción de la credibilidad materializada en los votos.
Pero nada permanece inmutable, por suerte. Youtube hace su incursión en este género de la mano de la cadena CNN. Alianza estratégica mediante, ambas corporaciones de comunicación, crearon un renovado formato de debate político donde los protagonistas podemos ser todos, o algunos, o los más creativos, o los más audaces. Como sea, la propuesta -con internet como medio/estandarte- da la oportunidad de hacer una pregunta directa a los candidatos y con ello introducir en el complejo debate de ideas políticas, las necesidades más cotidianas, las de la gente, las de la calle. Hay quienes opinan - y con cierta razón- que esta modalidad no es participación ciudadana directa, pues existe una mediación en la selección de las preguntas que se plantean y no son claros los criterios para priorizar unas a otras.
De todas maneras es un buen comienzo y podría llegar a marcar una nueva dirección en la concepción del discurso político público que debe ser cada vez más dialogante y menos dogmático.
La televisión ya no es lo que era y unida a internet se transformará aún más. Y estamos ante una oportunidad única de reconvertir el valor de la Red en un bien público que nos permita participar, hablar, reclamar, hacer y construir ciudadanía...